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MONSEÑOR STANOVNIK

Homilía en la fiesta patronal del Sagrado Corazón de Jesús

Corrientes, 7 de junio de 2024

Empecemos recordando que desde diciembre del año pasado se viene celebrando el 350º aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial, con un Jubileo que se extiende hasta junio del año que viene, en la fecha de la solemnidad del Sagrado Corazón. Este Jubileo se organiza para devolver a Cristo "amor por amor", para que todos acojan este amor sobreabundante, pero también herido, y para que todos respondan a su llamada. Recordamos este jubileo para tomar conciencia de la importancia universal que tiene el amor y la devoción del pueblo cristiano al amor que Dios revela en el corazón de Jesús.

Vayamos ahora a nuestra fiesta. Ustedes, para preparar la novena y esta fiesta, eligieron con un buen discernimiento, el siguiente lema: “Sagrado Corazón de Jesús, enséñanos a orar”. Con este lema nos unimos a toda la Iglesia en el Año de la Oración para orar por el próximo Sínodo y por nuestra II Asamblea diocesana. Y ahora, detengámonos un momento en el Sagrado Corazón de Jesús, porque a él nos dirigimos suplicándole que nos enseñe a orar. El mismo deseo de aprender a orar lo tuvieron los discípulos de Jesús y, tal como lo hicimos nosotros, ellos se dirigieron a Jesús y le pidieron que les enseñe a orar. Jesús respondió inmediatamente a su deseo con las palabras que nosotros conocemos como el Padrenuestro.

Durante la novena le dedicaron un día a reflexionar sobre esa oración que Jesús les enseñó a sus discípulos. En el Padrenuestro tenemos el modelo que debe inspirar toda oración. Recordemos cuáles son los puntos principales en los que Jesús puso el acento, para que nosotros aprendamos a relacionarnos con Dios. Ante todo, Jesús se dirige a Dios y lo llama Padre, no solo padre suyo, sino padre de todos, padre nuestro. Ya de entrada, Jesús nos enseña que lo primero en la oración es descubrir que Dios es nuestro Padre, así lo sintió y vivió Jesús. Él quiere despertar en nuestro corazón la confianza filial, la cercanía afectuosa y la obediencia total hacia Dios.

Descubrir que Dios es Padre y que podemos tener una total confianza en él hasta poder llamarlo Abba, papá, tal como lo dice S. Pablo a los cristianos de Roma (Rm 8,15), nos hace sentir que Dios es un Padre amoroso que desea nuestro bien y que seamos felices con ese descubrimiento, la noticia más maravillosa que Jesús nos trae. Por eso, alabamos, bendecimos y santificamos el nombre de Dios y enseguida le pedimos que su reino venga a nosotros, su reino es de amor, de verdad, de justicia y de paz. Queremos que eso se haga realidad, por eso todo nuestro ser desea plegarse a esa amorosa voluntad de Dios: ¡Que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo!

Necesitamos el pan de cada día para que nuestra voluntad colabore con la voluntad de Dios y junto con él hagamos crecer su reino en la tierra, para que al fin de los tiempos llegue a su plenitud en el cielo. Por eso suplicamos por el pan que nos alimente y junto con el pan material pedimos el “pan” del perdón, porque sin este pan no podemos crecer en el amor y la confianza en Dios y menos aún en el amor y la amistad con los demás. La tentación, de la que al final le rogamos a Dios que nos libre, es no perdonar las ofensas, erigirnos en jueces de los otros, y en déspotas de la vida de los demás. Jesús nos enseña que, si perdonamos las ofensas, también nosotros experimentamos el perdón, la misericordia y el amor de Dios.

Amor con amor se paga, dice el refrán. Y cuando se trata del Amor de Dios no correspondido es necesaria una reparación. Si para el año del Sagrado Corazón de Jesús se eligió el lema: Amor con amor se paga, ese lema se convierte para nosotros en respuesta de amor con la súplica al Sagrado Corazón de Jesús para que nos enseñe a orar, porque la oración es la primera respuesta de amor a Dios que nos enseñó Jesús con el Padrenuestro. ¡Qué bien nos hará si todos los que estamos hoy aquí nos fuéramos con el firme propósito de rezar el Padrenuestro todos los días! Y hacerla como la primera oración para empezar el día y la última antes de dormirnos. Tenemos tantos motivos para empezar esta saludable práctica de piedad y también suficientes para continuarla si ya la estábamos haciendo.

Encomendemos al Sagrado Corazón de Jesús a nuestras familias, a los niños y a los jóvenes, a nuestros abuelos y adultos mayores y, sobre todo, a los que más sufren, para que el amor al Sagrado Corazón manifieste nuestra sensibilidad hacia los más necesitados y se exprese en gestos concretos de amor hacia ellos. Acompañados de nuestra Tierna Madre de Itatí, nos comprometemos a ser una comunidad que se distinga por el lema “El amor con amor se paga”, y se fortalezca para poder llevarlo a cabo con una oración fervorosa y constante. Amén.

Andrés Stanovnik OFMCap

Arzobispo de Corrientes

 

 

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