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MONS. JOSÉ ADOLFO LARREGAIN

Homilía fiesta de la Natividad de la Virgen

Celebración junto a los Peregrinos de la Virgen del Rosario en el Santuario de Nuestra Señora de Itatí

Queridos hermanos peregrinos: hoy celebramos la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, la Madre del Señor. La Iglesia se llena de gozo porque en el nacimiento de esta Niña bendita comienza a despuntar la aurora de la salvación. Como dice el Evangelio: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emanuel, que significa Dios con nosotros” (Mt 1,23). El nacimiento de María es la antesala del nacimiento de Jesús. Ella es la “puerta” por donde Dios quiso entrar en la historia. El nacimiento de la Madre del Salvador trae esperanza, como todo nacimiento y niño que viene al mundo.

En este día, los peregrinos que han venido con fe a los pies de Nuestra Señora de Itatí contemplan en Ella el signo de la ternura y cercanía de Dios. Nos muestra que Dios no se queda lejos, sino que se hace uno de nosotros. Su vida sencilla, su humildad de hija de Israel, su sí confiado, abren las puertas para que Dios se haga carne.

Los que caminamos hasta esta su casa sabemos que en sus brazos encontramos consuelo. La “Pura y limpia” sigue repitiendo lo que dijo en Caná: “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2,5). La Virgen nos trae siempre a Jesús, nos enseña a confiar, a esperar contra toda esperanza. Celebrar su nacimiento aquí en su santuario es aprender que Dios cumple sus promesas, que nunca abandona a su pueblo. Llegar a sus pies es venir a una escuela de esperanza y de confianza.

Queridos hermanos, como miembros de la Sociedad de Peregrinos del Rosario, ustedes son testigos de una fe que se transmite a través de las generaciones, que se camina, que se hace canto, que se convierte en fraternidad. María es la primera peregrina: caminó a la montaña para visitar a Isabel, caminó a Belén para dar a luz, caminó al Calvario para estar al pie de la cruz. Peregrinar con María es aprender a caminar con fe en la vida, aun en medio de dificultades. Es salir e ir al encuentro de nuestros hermanos, especialmente los que más sufren, están solos, tienen necesidades.

Hoy, en esta fiesta, los invito a llevar de este santuario tres regalos de la Virgen: la alegría de su nacimiento, que nos renueva la esperanza; la confianza en su Hijo Jesús, que nunca abandona y nos sostiene y, por último, el compromiso de ser Iglesia peregrina, que acompaña a los hermanos más débiles y necesitados y nos compromete e impulsa a que nosotros hagamos lo mismo.

Queridos peregrinos: celebremos con gozo el nacimiento de la Madre de la esperanza. Aquí en Itatí, bajo su manto, renovemos nuestra fe en Jesucristo, el Emanuel, el Dios con nosotros. Que la Virgen del Rosario e Itatí, nos siga conduciendo hacia su Hijo y nos enseñe a vivir como «peregrinos de esperanza», hasta que lleguemos juntos a la casa del Padre.

 

 

NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como Homilía de 8 septiembre Itati en formato de word.


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