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La Iglesia de Corrientes tendrá desde viernes tres nuevos Diáconos. Cristián Correa, Marcelo Miño y Germán Rodríguez darán este paso decisivo en su vocación al ministerio sacerdotal. El Arzobispo presidirá, a las 20, la Santa Misa en la que se desarrollará la ceremonia de ordenación en la Iglesia Catedral.
El 13 de mayo de 1994 en el seno de una familia numerosa de Corrientes, nació Marcelo Federico Miño. Su papá es Jorge Alcides Miño, quién es carpintero de oficio, y su mamá, Irma Noemí Sánchez, ama de casa. Sus hermanos mayores, Matías, Romina y Maximiliano, lo han hecho tío de seis sobrinos; a él le siguen los mellizos Florencia y Mauricio.
Fue bautizado un 30 de diciembre de 1995 en la Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario. Su catequesis lo inició en la parroquia Santa Teresita de Niño Jesús, en donde a los 10 años recibió su primera comunión; el sacramento de la Confirmación lo recibió en la parroquia Inmaculado Corazón de María del barrio Güemes.
Sus estudios primarios los realizó en la Escuela Mariano Moreno. Se formó profesionalmente en la Escuela Técnica N°2 "Bernardino Rivadavia", egresado con el título de Técnico electromecánico a los 18 años.
En su familia siempre se vivió la fe de modo cotidiano. Rezaban las novenas familiares en casa de sus abuelos; celebraban algunas fechas religiosas, como el Día de la Cruz de los Milagros, teniendo cómo practica las famosas "luminarias". También se daba un lugar importante dentro de la casa al altar familiar, donde la imagen de la Vírgen y los Santos acompañaban las tareas cotidianas y los momentos de oración; en algunas ocasiones familiares solían participar de Misa.
“Mi primer recuerdo de Dios es cuando mi mamá enfermó. Fue la primera experiencia de la infancia donde sentí que Dios estaba conmigo, cuidando de mi mamá y mi familia”, rememoró Marcelo.
Luego de confirmarse se insertó a la vida comunitaria-pastoral con el grupo de Perseverancia y monaguillos; ya siendo más joven, supo trabajar en la catequesis y en la pastoral juvenil parroquial.
“Y así, sirviendo en la comunidad, comenzó a despertar en mi corazón como una curiosidad sobre la figura del "cura"; una curiosidad que se suscitó por el testimonio de otros. Me llamaba la atención el modo de ser "normal" del cura, la manera de vincularse y relacionarse con la gente, las cosas que hacía y decía”. Pero, “no sabiendo explicar lo que sentía y vivía interiormente”, buscó ayuda; fue entonces cuando decidió hablar con su párroco y confiarle estás cosas. “De a poco, fui poniéndole palabras a esas mociones y sentimientos, descubriendo que era Jesús quién me llamaba a darme más, quién me invitaba a un camino que era conocido y nuevo a vez, quién me llamaba a ser feliz de un modo concreto”, expresó.
Después de un proceso de discernimiento de varios años y en compañía de su familia, de su párroco y algunos amigos de la comunidad, ingreso a la formación inicial en el Seminario "La Encarnación", en 2015.
Ya siendo seminarista, la Iglesia supo confiarle varias pastorales: el acompañamiento de los seminaristas ingresantes, el mantenimiento y trabajo eléctrico de la casa, la animacion litúrgica desde la música, entre otras cosas. La comunidad de la parroquia Espíritu Santo en la Arquidiócesis de Resistencia, fue la primera en recibirlo durante el periodo de dos años.
Luego, ya en ésta Arquidiócesis, estuvo compartiendo la vida cristiana-pastoral junto a la comunidad de San Juan Bautista en los años 2018-2019. Posteriormente al tiempo de pandemia, la comunidad de San José de Saladas lo recibió los fines de semana durante algunos meses. Y el año pasado, concluyendo su formación inicial, compartió el camino con la parroquia San Cosme de las Ensenadas, en la cuidad homónima. Actualmente, está inserto en la comunidad de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás en Corrientes y es profesor en el Instituto Arquidiócesano "Cardenal Pironio".
En este tiempo de preparación a la Ordenación Diaconal, Marcelo asegura que “el sentimiento que más resuena en su corazón es la gratitud a Dios por Su Obra de Amor y el agradecimiento a la Iglesia por su oración y acompañamiento en diversos rostros y nombres”. Afirma que tiene la “certeza de que Dios es un Padre Misericordioso y lleno de ternura. Él nos hace hijos amados por Jesús, y en Él nos da hermanos, para caminar y compartir su misma vida, para amarlos y servirlos al modo de Él, a ejemplo de su Amor”.